Un día Matías, mi hijo, me preguntó por mi abuelo paterno. Yo no lo conocí y mi padre tampoco, por lo que la respuesta a esa pregunta la tuvimos que buscar juntos. ¿Cómo se le explica a un hijo el horror de las armas y de la guerra? Tal vez señalando la herida que ha dejado y que ha reaparecido en cada generación de la familia, especialmente en los hombres.
Comprender la historia nacional y familiar es una tarea compleja, más aún en un país que no se decide a elegir la paz. Veo el camino que forjó mi padre, y me pregunto si es la esperanza que puede iluminar la vida de Matías y de todos nosotros, los hijos de Colombia.
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